Wednesday, January 10, 2007

Apuntes sobre W.

W., en el lavabo, se sorprendió de ver a un tipo tumbado en el suelo. Sorprendente porque le resultaba familiar. No obstante el hombre estaba bocabajo, con la nariz aplastada contra el suelo húmedo, que apestaba a lejía, tenía una nuca que W. seguramente ya había visto antes.
-¿Qué le pasa a ese hombre? –Dijo una voz que sobresaltó a W. Se dio la vuelta y vio a un tipo gordo de corta barba que observaba con extrañeza el cuerpo tendido en el suelo.
-Creo que está borracho.-Dijo W.
-Sí, es posible…-dijo el gordo- ¿Le conoce?
-No, no. Por supuesto que no. Y de conocerle mentiría para que no me relacionaran con él. 
-Claro, claro… Muy embarazoso, sí.
-Y usted, ¿le conoce?
-Tanto como usted. –El gordo se rasco la barba y añadió- Lo mejor será que le dejemos aquí, no vaya a ser que nos confundan con amigos suyos.
Ambos salieron del lavabo y se apresuraron en alejarse con la justa discreción, para no aparentar huída. A punto de abandonar la sala, un estridente griterío reclamando ayuda les obligó a detenerse, pues de no haberlo hecho las sospechas serían mayores. Aquel que pedía auxilio era un tipo delgado y pálido, situado ante la puerta del lavabo.
-¡Señores, aquí hay un cadáver!-Dijo haciéndoles entrar.
-Uhm… -murmuró reflexivo el gordo- Eso tiene más sentido. Porque es normal que estuviera borracho en el lavabo de un bar, pero en el de un museo…
-Podría ser alcohólico-Añadió W.
-Que no, que no. Que está muerto.-Dijo tajante el hombre delgado.
-¿Es usted médico?
-No. Trabajo en pompas fúnebres. ¿Creen que deberíamos llamar al guardia de seguridad?
-No. Algún hijoputa aprovecharía para robar algún cuadro. 
W. se agachó y buscó en los bolsillos del muerto. Encontró una cartera. Al leer las iniciales bordadas advirtió porque aquel tipo le resultaba familiar. Levantó ambas cejas y murmuró algo así como “Ah, claro…” .
-Con permiso. –Dijo el gordo tomando la cartera de las manos de W. La registró y sacó unas pocas monedas, dejándolas caer a continuación. –Pff… calderilla.
Se quedaron los tres mirando un rato el cadáver (W. nunca había visto uno de tan de cerca) y luego se marcharon.

Friday, January 05, 2007

El doctor en Belgrado


-¿Cómo dices?
-Que dentro de una hora tengo que estar a quince quilómetros de aquí. Tengo que encontrarme con M. y E.
-Oh, sí… Vaya panda de gilipollas.
-Sí, sí. Unos gilipollas.
-¿Una hora? Hay tiempo para que me cuentes aquello.
-¿Qué es aquello?
-Lo que querías contarme.
-¿Y que quería contarte?
-No lo sé, no me lo has contado.
-Es algo relacionado con…
-La embajada danesa.
-¡Oh, sí! La embajada danesa. Vaya panda de mamones.
-Sí, sí, unos mamones.
-De campeonato. Bueno, la cosa comienza como siempre, pero esta vez en Belgrado. Me desperté en casa de V., con V. a mi lado. Y su novio al otro. No tenían más camas y en el sofá no se podía dormir. Pero la cama era grande, de matrimonio. De matrimonio polígamo, vamos. Bueno