Wednesday, March 21, 2007

Personajes despreciables I: Los gafapastas


El término gafapasta, aunque no muy extendido, es bastante claro: gente con gafas de pasta. La montura no es quizás el rasgo clave del colectivo a describir (pues muchos de ellos no tiene problemas de visión) pero es sin duda uno de los más generalizados. En todo caso, son más comunes las etiquetas de “moderno” o “popi”, pero nos parece más graciosa la que hemos elegido para el título.
Los gafapastas son individuos que ponen especial atención a su aspecto físico, especialmente en parecerse los unos a los otros. En un plano general vemos como, tanto ellos como ellas, tienen preferencia por los pantalones elásticos, las parcas largas, las zapatillas Converse (que son muy caras) y las gafas de pasta (muchos de ellos desearían ser miopes para poder llevarlas). Todo ello decorado con múltiples chapas entre las cuales siempre debe hallarse la imagen de Audrey Hepburn, sea en su caracterización de Holly Golightly o en el popular cuadro de Antonio de Felipe. Las demás chapas suelen contener frases más o menos ingeniosas con doble sentido sexual. Los chicos, en concreto, acostumbran a llevar americanas de pana sobre camisetas negras de manga corta. A menudo estas camisetas también reproducen el cartel de alguna película de Tarantino o Murnau. Las chicas, ocasionalmente, visten faldas cortas y medias de colores. Los bolsos, en su mayor parte, recurren una vez más a la imagen de Hepburn. Gorras y bufandas son también habituales en ambos sexos. La estación del año no importa, el atuendo es el mismo.
Ellas se maquillan a menudo. Normalmente solo ojos, labios y uñas y casi nunca conn ningún otro color que no sea azul, negro o rojo. El peinado es una parte esencial: recto flequillo o, en su defecto, clencha ostentosa. Putilatex (http://www.myspace.com/putilatex) nos hablan de crestas, pero eso me suena más a quillaca adicta a Pacha. En muchos casos toman el peinado popularizado por la película Amelie (aunque Hanin Elias ya lo llevaba mucho antes que esa petarda). Todas son muy delgadas.
Ellos no se maquillan, pero cuidan su pelo. También ostentosas clenchas que les cubran media cara. También suelen ser delgados, aunque algunos tienen algo de tripa.

En cuanto a su comportamiento y su radio de acción, suelen poblar las calles del centro de la ciudad (jamás se acercan a lo rural) y los locales “alternativos”. “Alternativo” es uno de sus conceptos favoritos; desean formar parte de la “cultura underground”, de las “tendencias urbanas”. Les gusta la cultura Pop, pero con cierta supuesta dosis de ironía que ni ellos entienden. No les gusta Warhol porque es demasiado conocido. Les gusta el cine independiente y les interesa la moda.
Los fines de semana salen de fiesta por la Apolo, Razzmatazz o la plaza del MACBA. Comen falafels y se emborrachan con cubatas y vasos de vino. Algunos fuman porros y otros zampan pastillas, pero no es algo general. Entre semana pueden encontrarse en cualquier óptica o en los cines Verdi. Escuchan Radio3, ven Silenci? (post-Nosolomúsica) y se ríen con los comentarios del doctor House. Se pasean por el Gótico con el Ipod en marcha y un liado de Amsterdammer entre los labios. Leen a los beatniks y estudian audiovisuales, publicidad y relaciones públicas o periodismo. Los más ricos están en la ESCAC. Sueñan con vivir en Berlín, con haber participado en la Movida. En sus sueños se habla en inglés. Se consideran “bohemios” y “postmodernos” y por ello suelen mirar con cierto desprecio a aquellos que no son de su especie, aquellos que “no saben nada”.
No se interesan por la política, tampoco la entienden. No se posicionan, no votan. Su máximo comentario es decir “ese es un facha”, y asunto zanjado. Se consideran rebeldes, pero en un contexto de contracultura. Acostumbran a ser pobres pero gastan mucho dinero (sus aficiones se lo exigen).

La música es uno de los elementos más imprescindibles y posiblemente sea también su mayor obsesión. Sus preferencias oscilan entre el electro y el rock, van de Fischerspooner a Tom Waits, de Franz Ferdinand a Miss Kittin, de DJdeMierda a Lou Reed, de Leonard Cohen a Ladytron, de Astrud a Matthew Herbert… Llevan camisetas de los Ramones pero no se los escuchan.



El mismo tema lo han tratado:
-Putilatex en “¡Mira, una moderna!” (http://www.myspace.com/putilatex). De esta canción se han extraído algunas de las ideas más destacadas del texto, dónde han sido desarolladas.
-Lendakaris Muertos en “Gafas de pasta” (http://www.lendakaris.com/). Cabe destacar, sobre este grupo, que ha pasado a ser uno de los populares entre el colectivo del que precisamente se mofa esta canción.

Personajes despreciables: Introducción

La siguiente relación de “personajes despreciables” pretenden retratar con la mayor fidelidad la clase de personas que, en la sombra, hacen que las cosas vayan mal. Prefiero definir, por el momento, con esta simplicidad a estos personajes, a la espera de que los lectores extraigan sus propias conclusiones.
La definiciones no son, ni por asomo, perfectas ni definitivas ya que se trata de grupos sociales cambiantes y poco uniformes. Tan solo es posible hacer generalizaciones tomando los elementos más típicos en cada uno de los colectivos. De este modo es posible que se comenten elementos que se dan entre algunos individuos aunque no en todos los del mismo grupo. Lo que cuenta es la combinación de estos elementos: aquel individuo que más elementos reúna más convencido estará de su condición.
Todo esto ni falta hacía comentarlo, pero aquí lo hacemos para cubrirnos las espaldas y tener argumentos con los que torear las futuras (y que esperamos sean muchas) quejas.
Por el momento los “personajes despreciables” a tratar serán los siguientes: “Los gafapastas”, “Los progres conservadores”, “La chica támpax”, “El facha de cubata y corbata”, “El hippitalista”.

Monday, March 12, 2007


Isabel Coixet, gorda de mierda, que seas bollera no significa que tengas que pasarte el día zampando grasientos bollos de crema.

Monday, March 05, 2007

Psitges


(con retraso)

Qué cosa más mala es el carnaval de Sitges. Muchas risas al principio de la noche y en el transcurso. Luego no tanto.
Muchos disfraces, muchos borrachos y coqueros y, sobretodo, muchos policías. Durante la noche actuaron como sujeto pasivo, amenaza estática puramente presencial en grupos inmóviles de diez o doce uniformados. Los borrachos, en cambio, sujeto activo, tocando las narices y de arriba para abajo todo el rato. Precisamente fueron éstos el principal objeto de nuestras risas. Sobretodo ellas.
Unos disfrazados de dados, otros de botellines de Voll-Damm. Un pavo con una caja de cartón en la cabeza. Uno que iba de jevi, con una camiseta de “Anarkia” y un cartel pegado en la espalda que decía “Policía Secreta”. Muchas chiquillas con porras y gorras policiales y minifalda. Muchas caperucitas. Unos disfrazados de enormes penes. Un murciano que curraba en el Lidl y se dejó el uniforme puesto debajo de la chaqueta.
La tarea más difícil de la noche (de la mañana) fue huir del maldito pueblo. En la estación, unos cincuenta uniformados organizaban las entradas en los trenes y la evacuación masiva de los moraos. En la entrada un tipo de uniforme verde, con gafas y cara de cansado, decía: “los que tengan billete a la derecha, sin billete a la izquierda”. En la cola de la izquierda D. dijo que parecíamos borregos, yo, sin embargo, no podía dejar de pensar en Primo Levi. Allí esperamos de pie cerca de una hora, cagándonos en todo, picándonos con los agentes, hablando de idioteces. Al final logramos entrar en la estación, no pagamos billete y cada uno subió a su tren. 
Más o menos a la altura del Prat del Llobregat me dije: la última vez que vengo aquí.

Los rockers


El domingo pasado fui a la tienda de chucherías donde M. trabaja (siempre me regala caramelos) y allí vi a unos rockers. 
Entró una chica bajita, con tupé, elásticos y unas converse de esas que cuestan una pasta. En primer lugar pensé que era una modernilla, pero claro, lo suyo no era flequillo, era tupé. Luego entraron sus dos amigos. Todos con elásticos y converses, con tupé negro resplandeciente impregnado de gomina y con chaquetas de tela sintética y de colores brillantes. Sobretodo el pelo muy negro y muy reluciente. 
Compraron algunas chucherías y preguntaron si había pipas grandes. No había. Sonrió la chica al despedirse y M. me dijo inmediatamente:
-¿Has visto a los rockabillys?
Sí, los había visto. Yo que pensaba que ya no existían.