Thursday, September 07, 2006

¿Para qué coño quiero yo costo?

En el viejo bar dos tipos próximos a ser veinteañeros apuraban sus cervezas en silencio. Uno comía pipas, el otro, las uñas. Una vacía conversación compuesta de cometarios prediseñados les ayudaba a pasar el tiempo.
-Vaya mierda, ¿no?
-Pues sí.
Era verano y eran las seis de la tarde pero el día era oscuro. Oscuras nubes cubrían el cielo dispuestas para un diluvio estival que se anunciaba desde media mañana, pero que no acababa de acontecer. J.M. se dirigía al viejo bar arrastrando los pies, con un cigarrillo colgando entre sus adormecidos labios y la vista perdida en el asfalto que pisaba. No necesitaba ver el camino, lo recorría por automatismo. Cuando llegó al bar, deteniéndose en la entrada, hizo una rueda de reconocimiento de los parroquianos, mostrando una mueca de aborrecimiento al encontrarse sólo con viejos puretas cabizbajos sentados en la barra. En una mesa del rincón, pero, encontró sonrientes a los dos jóvenes, que le hicieron señales para que se acercara y se sentara. Como el bostezo, la sonrisa se contagia y así se dibujó en el rostro de J.M. “Mmh… pardillos.” pensó alegremente “Perderé un rato con ellos, a ver si me invitan a una mediana”.
-Hola J.M., ¿que tal?
-¿Como va, J.M.?
-Bien, bien…-Contestó con voz ronca, tosiendo a continuación. Los chicos sonreían y observaban a J.M. con atención, intentando captar cada uno de sus movimientos y registrar cada una de sus palabras. J.M. no tenía reparos en reconocer que le gustaba que los pardillos le admirasen, aunque por otra parte le desconcertaba, pues no veía en él nada digno de admiración. -¿Y como va eso chicos?
-Bueno, pues aquí… sin porros. 
-Privando y eso. En el bar.
-Ya veo, ya…
Hubo una pausa, poco más quedaba por decir. Los chicos se incomodaron, J.M., por otra parte, fumaba distraído.
-Eh… J.M., tú no sabrás de alguien con costo y eso. Para pasar.
-No. –Dijo J.M. levantando una mirada de un solo ojo, ya que le entraba humo por el otro y lo mantenía cerrado. Con profunda voz, sentenció: En agosto no hay costo. 
Lo chavales sonrieron. Les encantaban las frases hechas de los puretas. Las memorizaban y las repetían, les daba la impresión de entrar en la sabiduría popular del mundo de la droga. J.M lo sabía, sabía impresionar bien a esos muchachos. También sabía ganarse las cervezas.
-¿A quién le pilláis?
-Al moro.
-Mmh…- J.M. aparentó reflexionar. Asintiendo con la cabeza añadió: buena grifa.
-Ya, ya. Pero dice que no tiene nada. Es que esta ciudad es una mierda.-Dijo el pardillo simulando preocupación y desengaño.- Imagínate que llevamos una semana sin costo.
De hecho, se trataba de una doble actuación.
-De hecho,-dijo J.M., pensando en su cerveza- tengo un colega que vende en la playa. Marihuana de la buena. Pero se la vende a los giris, más cara, ¿sabes? Claro que yendo de mi parte…- J.M. esperó que aquello animara a los chicos, haciéndoles creer que “iban de colegas”. Pero no funcionó.
-No, hierba no. Queremos costo.
“Gilipollas” pensó J.M. El chico continuó hablando.
-Es que la hierba es para consumo especial sabes, para ocasiones contadas. El chocolate es de cada día y eso. El de “buenos días”, el de “buenas noches”. Yo prefiero la hierba, ¿sabes?, pero es que…
La atención de J.M. no era en absoluto constante, menos ante esos chavales. Comenzaba a aburrirse de los dos pardillos y perdió la esperanza de que le invitaran. “Maldito fumetas,” pensaba “siempre hablando de lo mismo. Haciéndose los importantes. A ver si viene N. y charlo con él un rato. Estos tíos me están cansando con tanta tontería. Y los muy gilipollas son tan rancios que ni para un quinto me van a dar. Sentarme aquí a sido una gilipollez.”
-¿No habréis visto a N. por aquí?
-Pues no, no ha venido. Lo que te decía, que lo que pasa con la hierba que se cultiva aquí es que la gente no tiene ni idea. No es que yo sea un experto, pero me gusta saber que fumo…
J.M. volvía a estar inmerso en sus pensamientos y en su cigarrillo “…con su estúpida falsa modestia, haciéndose los garrulos y demostrando a la vez cuanto saben de agricultura. Putos bastardos de mierda, siempre tocando las narices con sus especies y sus semillas. Mejor me voy para casa. Hay latas en la nevera. Pero joder, justo ahora se pone a llover. Me cago en…”
-¿Quieres una cerveza?
-¿Qué?
-Que si quieres una cerveza.
-Vale si…
Uno de los pardillos, el que más hablaba, se fue hacia la barra, creando un nuevo silencio entre J.M y el otro pardillo. El pobre chiquillo, sin poder evitarlo, soltó el primer comentario que se le ocurrió.
-Esto de estar sin costo es una mierda. Nunca debí engancharme.
J.M. no le dijo nada. No vio por qué.
“Al menos ya tengo mi mediana. A ver si llega N. y charlo con él un rato. ¿Qué no tienes costo? Pues vaya. Yo tampoco, pero no le caliento la cabeza a la gente. Yo me voy a la ferretería, me compro un buen tubo de cola de impacto y lo vacío en la misma bolsa que me dan al salir, luego, le enchufo la tocha y aspiro. ¿Para qué coño quiero yo costo?”

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